Desde su nacimiento como disciplina científica, la Epidemiología ha sido objeto de múltiples críticas y reformulaciones, debate epistemológico que aún en la actualidad está lejos de cerrarse y donde la discusión acerca de su objeto de estudio y su método cambian según las diferentes propuestas vigentes (Epidemiología clínica, Epidemiología tradicional, Epidemiología crítica, etc.).
En el presente la epidemiología es asumida como una de las disciplinas subsidiarias de la Salud pública y que tiene por objeto el estudio de la situación de salud-enfermedad-cuidados de los colectivos humanos y las condiciones de vida en las que éstas se reproducen (reproducción biológica, cultural, social y económica). Según señala Naomar de Almeida Filho, bajo esta definición subyacen los dos componentes esenciales del objeto de estudio y práctica de la Epidemiología: los enfermos en las poblaciones.
Desde esta perspectiva es evidente la utilidad de la epidemiología en el proceso de toma de decisiones relativas a la organización y la gestión de los servicios de salud, como en el diseño de las políticas sanitarias. En la medida en que los servicios de salud tengan como objetivo final atender las verdaderas necesidades de la población, la Epidemiología y la Gestión son necesariamente aliadas. Las decisiones relativas a la asignación de recursos, la definición de prioridades y objetivos y la evaluación de las intervenciones debería ser parte de un proceso de diálogo entre ambas instancias, donde la información producida por la primera sirve de insumo a la segunda, mientras que ésta, la Gestión, instala en la agenda de la Epidemiología algunos de sus problemas.
Sin embargo la desarticulación entre ambos campos es una situación muy frecuente. Este problema de relación no radica tanto en justificar la utilidad de la Epidemiología para la gestión, sino en entender por qué los administradores no la utilizan, pudiendo hacer un uso más adecuado del potencial que esta ofrece.
La relación histórica entre epidemiólogos y administradores ha sido indiferente, de desconocimiento mutuo. Por un lado, los primeros quedan encerrados en terrenos pretendidamente “puros” de producción de conocimiento, no siendo capaces de percibir las necesidades de los administradores y el rol de los servicios de salud en los procesos de salud-enfermedad-cuidado de las poblaciones. Por el otro lado, los administradores no son capaces de transmitir sus necesidades de información a los epidemiólogos.
Partiendo de ambos presupuestos es que se plantea la necesidad de abrir el diálogo entre los dos campos de saberes y prácticas, siendo el objetivo principal del presente seminario, introducir al pensamiento epidemiológico, a la dimensión poblacional de los problemas de salud-enfermedad-cuidado, a aquellos trabajadores de salud que desempeñan funciones vinculadas a la gestión.